La semana pasada los mercados vivieron un punto de inflexión, la Reserva Federal de Estados Unidos recortó su tasa de interés en 25 puntos básicos, llevándola al rango de 4,00%–4,25%.
La semana pasada los mercados vivieron un punto de inflexión, la Reserva Federal de Estados Unidos recortó su tasa de interés en 25 puntos básicos, llevándola al rango de 4,00%–4,25%. Fue el primer recorte desde diciembre, decidido por una mayoría de 11-1 en el FOMC, con un único voto en contra que pedía una acción más agresiva. La medida puso fin a cinco reuniones consecutivas sin ver cambios y confirmó que la preocupación de la Fed se está desplazando desde la inflación, que aún se mantiene elevada, hacia la creciente debilidad en el mercado laboral, con contrataciones que muestran una desaceleración notoria en los últimos meses.
La FED no solo actuó en el presente, sino que también envió una hoja de ruta hacia adelante, los responsables de la política monetaria proyectan dos recortes adicionales este año, uno más de lo que estaba previsto en junio, además de posibles ajustes graduales en 2026 y 2027. Con esto, dejaron claro que el ciclo de flexibilización ya está en marcha, aunque será cauto, pausado y dependiente de los datos. En paralelo, elevaron levemente su perspectiva de crecimiento hacia 2026 y reconocieron que la inflación podría ser un poco más alta el próximo año, reflejando la dificultad de balancear empleo, precios y expectativas políticas en un entorno tan complejo.
En el plano político, Donald Trump no perdió protagonismo. El viernes sostuvo una llamada con el presidente chino, que dejó señales de distensión en torno a temas comerciales. La Casa Blanca ha presionado durante meses para que la Fed reduzca los costos de financiamiento, y ahora celebra este primer recorte como un triunfo, aunque el mercado percibe que la FED aún no está dispuesta a moverse al ritmo que exige la política.
Los mercados financieros respondieron con alivio, los principales índices de Wall Street extendieron sus alzas, impulsado una vez más por los gigantes tecnológicos, mientras que los principales índices globales también cerraron en terreno positivo. La volatilidad, aunque presente, se mantuvo acotada, reforzando la idea de que los inversores confían en que el ciclo de recortes dará un nuevo soporte.
Esta semana, el panorama será de menor intensidad desde el frente de bancos centrales, pero la agenda macro no deja de ser irrelevante. El jueves se publicará la tercera estimación del PIB estadounidense del segundo trimestre, que servirá para comparar la comentada desaceleración laboral con el pulso general de la economía. El viernes llegará la inflación PCE de agosto, uno de los datos más seguidos por la Fed para sus decisiones. En el frente corporativo, destacan los resultados de Micron y H&M, previo a la temporada de resultados del tercer trimestre, que arrancará con fuerza en la segunda semana de octubre.
Así, los mercados siguen moviéndose impulsados por la expectativa de una Fed más flexible y un entorno financiero favorable. La gran incógnita es si este impulso tiene combustible suficiente para sostenerse, o si pronto se topará con obstáculos que no le permitan seguir acelerando.