La semana pasada los mercados se movieron de forma errática pese a que la economía estadounidense volvió a mostrar fortaleza. El consumo sigue siendo el motor principal, el PIB del segundo trimestre se mostro al alza hasta 3,8% y en agosto tanto los ingresos como el gasto de las familias crecieron más de lo esperado.
La semana pasada los mercados se movieron de forma errática pese a que la economía estadounidense volvió a mostrar fortaleza. El consumo sigue siendo el motor principal, el PIB del segundo trimestre se mostro al alza hasta 3,8% y en agosto tanto los ingresos como el gasto de las familias crecieron más de lo esperado. Todo esto confirma que, hasta ahora, la economía se mantiene más sólida de lo que se pensaba.
Pero esa misma fortaleza cambió las apuestas sobre las futuras decisiones de Reserva Federal. El mercado ahora espera menos recortes de tasas de interés este año, en vez de dos, probablemente solo uno más. Jerome Powell, presidente de la Fed, advirtió que la situación es compleja, la inflación sigue por encima del objetivo y el mercado laboral, aunque estable, muestra señales de enfriamiento. Además, no pasó desapercibido su comentario de que los precios de algunas acciones están “bastante altos”. El mensaje fue claro, no hay un camino fácil para el futuro de la política monetaria.
Los mercados reaccionaron de inmediato. Los bonos del Tesoro subieron y Wall Street, después de un fuerte rally desde abril, cerró la semana con pérdidas moderadas. Europa, en cambio, logró terminar al alza gracias a un rebote el viernes.
Al mismo tiempo, la política en Washington volvió a entrar en escena. Existe el riesgo de que el gobierno federal cierre a partir del 1 de octubre (shutdown) por falta de acuerdo en el Congreso. Aunque el impacto económico directo suele ser limitado los empleados públicos reciben sus sueldos más tarde y la actividad privada sigue funcionando, el efecto simbólico es fuerte: transmite la imagen de un país bloqueado políticamente y añade incertidumbre a los mercados.
En medio de este ruido, apareció una noticia llamativa en el frente internacional: Estados Unidos analiza otorgar a Argentina una línea de financiamiento por 20.000 millones de dólares y comprar parte de sus bonos en dólares, siempre que el país reduzca su dependencia de China. Esta señal ayudó a calmar algo la presión sobre los activos argentinos tras semanas difíciles, aunque los desafíos internos siguen siendo enormes.
La próxima semana traerá más información relevante. En Europa se publicarán los primeros datos de inflación de septiembre, mientras que en EE. UU. la gran atención estará puesta en el reporte de empleo del viernes, clave para medir la verdadera solidez del mercado laboral.
Así, la semana pasada mostró que la economía de EE. UU. sigue fuerte, pero que esa misma fortaleza complica un escenario de tasas más bajas. Entre la inflación que no cede, un mercado laboral bajo la lupa y la amenaza de un nuevo cierre de gobierno, los mercados seguirán enfrentando subidas y bajadas a la espera de los futuros movimientos de la FED que sigue jugando sin espacios.