La paciencia en los mercados tuvo recompensa. La señal de Powell en Jackson Hole, que apunta a un giro moderado hacia recortes de tasas en septiembre, generó una fuerte reacción positiva, con subidas por encima del 1.5% en los índices estadounidenses. Detrás de esta confianza, la tensión política y las negociaciones internacionales permanecen en el centro del escenario.
La paciencia, una vez más, tuvo recompensa. Durante gran parte de la semana pasada los mercados se mantuvieron en pausa, expectantes frente al Simposio de Jackson Hole y las palabras del presidente de la Reserva Federal. Jerome Powell entregó lo que todos anhelaban, una señal de giro hacia una postura más moderada, abriendo la puerta a un posible recorte de tasas en septiembre. El simple hecho de reconocer que los riesgos al empleo empiezan a pesar más, y que los efectos inflacionarios de los aranceles podrían ser transitorios, bastó para que los mercados reaccionaran con fuerza el viernes, cerrando la jornada en EE. UU. con subidas superiores al 1,5% en los principales índices.
Detrás de este cambio de tono se esconde también un trasfondo político. La presión de la Casa Blanca sobre la Fed ha sido constante, con Donald Trump criticando abiertamente a Powell y exigiendo recortes inmediatos. El debate ya no gira en torno a si habrá recorte, sino a cuándo: septiembre parece prácticamente decidido, salvo que los datos de inflación del viernes (PCE) cambien drásticamente el escenario.
Mientras tanto, los indicadores financieros acompañaron el optimismo. El rendimiento del Treasury a 10 años retrocedió hasta 4,26 % y la volatilidad (VIX) bajó a 14,57 puntos. En Europa, las bolsas cerraron con ganancias moderadas, mientras que en Estados Unidos los índices tecnológicos corrigieron parte de su rally, sin embargo, el giro de Powell fue suficiente para encender nuevamente el apetito por riesgo.
En el plano internacional, S&P reafirmó la calificación de EE. UU. en AA con perspectiva estable, resaltando la resiliencia económica y la credibilidad de su política monetaria, aunque advirtió sobre riesgos fiscales y políticos que podrían amenazar la clasificación en el futuro. Por su parte, Washington y Bruselas anunciaron un nuevo marco de acuerdo comercial: EE. UU. mantendrá un arancel del 27,5 % a los autos europeos, que se reducirá al 15 % si la UE aplica rebajas en bienes agrícolas y marítimos estadounidenses. Además, el bloque se comprometió a comprar energía por 750.000 millones de dólares e invertir 600.000 millones adicionales en EE. UU.
Con agosto llegando a su fin, la atención regresa ahora a dos grandes pruebas. El miércoles se publicarán los resultados de Nvidia, verdadero estandarte de la ola de inteligencia artificial y cuya capitalización ya supera los cuatro billones de dólares. Cualquier decepción podría golpear con fuerza a los mercados. Y el viernes conoceremos el PCE, dato de inflación preferido de la Fed, que tendrá un peso decisivo para confirmar, o cuestionar, el camino hacia un recorte de tasa en septiembre.
La combinación de política monetaria en transición, tensiones políticas en Washington, un acuerdo comercial transatlántico y las expectativas sobre la inteligencia artificial convierten a esta semana en un punto clave. El mercado retoma la actividad tras el descanso de agosto, con la mirada fija en los efectos de Jackson Hole, los resultados de Nvidia y el dato PCE. La hora de la verdad se aproxima.